En una entrevista con The Guardian el ex-ciclista británico, ganador del Tour de Francia 2012, comentó cómo vivieron él y su familia las acusaciones de dopaje que ha recibido.
Bradley Wiggins confesó en una entrevista para The Guardian uno de los episodios más desconocidos de su faceta personal. El ex-ciclista, que recientemente ha publicado su libro ‘Icons’, ha revelado en la entrevista cómo vivieron él y su familia las acusaciones de dopaje a las que ha tenido que hacer frente en los últimos años e incluso afirmó que habría tenido más derechos si hubiera sido un asesino que por lo que se le está acusando. «Lo que tenía que haber hecho era haber matado a alguien porque así tendría mis propios derechos. Tendría más derechos como un asesino. No habría artículos y habría tenido un juicio más justo. Habría sido absuelto o declarado culpable. No habría un punto medio para encontrar evidencias de irregularidades».
Wiggins reveló que tuvo que cambiar a sus hijos de colegio ante las críticas que recibía. «Mis niños han sufrido. Tuvimos que cambiarlos de escuela y todo estalló cuando Lance Armstrong admitió en 2013 que se había dopado. Entonces, empezaron a ser criticados».
Una de las personas que más sufrió el acoso al que se vio sometido Wiggins fue su mujer Catherine, de quien dice que estuvo cerca de morir. «Ves sufrir a tu familia y es terrible. Casi matan a mi esposa Cath y ella terminó en rehabilitación por eso. Tuve que lidiar con ello en casa. Porque ella es bipolar, tiene miedo a la vergüenza, a que la gente la mire todo el rato. No puedes decir eso en ese momento porque te preguntan por ello, porque has ganado el Tour de Francia. No, no me pregunto por eso ahora. Sólo pido un juicio justo. Ahora ella está bien y sigue adelante».
Wiggins también aprovechó para repasar cómo surgió su pasión por el ciclismo cuando era un crío. «El ciclismo es mi mundo y he vuelto, son cadenas, políticamente incorrecto, sin estar en un equipo dirigido por la agenda o teniendo que poner cuidado por mencionar a Lance Armstrong. Digo lo que quiero. Es bueno recordar cuando caí enamorado del ciclismo con 13 años. Creciendo en Kilburn podría haber tenido un destino muy distinto. Algunos podrían decir que habría sido mejor que me mataran o estar en prisión. Era un niño que vivía en Kilburn a principios de los 90, con imágenes de ciclistas belgas en mi pared. No hay ni habrá un niño en Kilburn con un muro en su cuarto como ese».
Noticia:as.com